jueves, 27 de diciembre de 2007

La sombra del Señor

Quizá no me tendría que haber dado vuelta. Estaba caminando una mañana de verano por uno de esos pasajes poco transitados de la ciudad cuando lo vi bajarse de su camioneta. Era un tipo de unos 40 años, fachero, con aires de querer comerse el mundo o no sé qué. Me miró con particular atención, como queriéndome decir algo que yo no iba a escuchar. Aceleré, quizá sin comprender que esa sombra iba a seguirme durante dos cuadras, paso a paso. Me di vuelta y ahí estaba, detrás de un auto que justo me había cedido el paso. Cuando ya no hubo auto que se interpusiese entre los dos, se me acercó, arrinconándome, y me preguntó el nombre. Lo único que me vino a la cabeza fue un forward que había recibido hace dos días: "¡Fuego! ¡Fuego!". No, no podía gritar eso. Seguí caminando y me metí en un quiosco con cabinas. Y le conté esta misma historia a mi amiga L.
Ahora, me pregunto... ¿qué necesidad?

martes, 18 de diciembre de 2007

Excusas creativas

Es sabido que la creatividad es una cualidad que no abunda. Ni en los medios convencionales, ni en los alternativos. Suele tomarnos de sorpresa, cuando más ocupados estamos y menos tiempo tenemos. Puede vincularse al tren de vida acelerado, ya que el ritmo constante de actividad tras actividad propicia que nuestros sentidos se vuelvan más alerta. En fin, cuando se trata de escapar al trabajo/estudio indeseado, cualquier excusa "creativa" vale. A saber:

-Aseo creativo: Nunca le damos más importancia a este punto que cuando estamos hasta las manos con nuestras actividades diarias. Retomamos las sesiones de mesoterapia canceladas, pedimos una manicura a domicilio, incursionamos en la depilación profunda. Valga aclarar que los hombres también tienen sus vicios estéticos creativos: sesiones de cama solar "dobles" (facial y cuerpo entero), artes marciales malayas y tensores de cejas (lo último en cirugía de avanzada)

-Entretenimiento creativo: En los momentos más críticos se nos ocurre hacer un curso acelerado de cocina griega, practicar paracaidismo extremo en Lobos, internarnos en el cine durante cuatro horas para ver una peli rumana y terminar el finde cenando en el restaurante vietnamita en Green Bamboo (con todo lo que eso implica: contractura de espalda, desórdenes intestinales severos, etc.). No nos olvidemos de la lectura compulsiva de blogs y escritura de entradas extravagantes al estilo: "Mi novio quiere una dentadura totalmente nueva" (ya me explayaré sobre el asunto).

-Limpieza a fondo creativa: Esta es una cualidad femenina, pero se aplica a los solteros obsesivos. En esos momentos que estamos con la cuerda al cuello, se nos ocurren las mejores ideas para redecorar nuestra habitación, optar por un nuevo color de pared, cambiar los imanes de la heladera de lugar o pegarse una vuelta por Easy, sección carpintería y encargar una biblioteca, que puede estar lista en sólo dos horitas.

Claro, podría ser mucho más exhaustiva e incluir otras cuestiones en mi corpus de análisis, pero la verdad es que tengo una entrega en una hora y no llego con los tiempos.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Por lo bajo

UPDATE: Si se siente identificado, aunque sea mínimamente, con este post, es porque cada día se está volviendo más neurótico y perseguido

No sé si estoy más susceptible o la gente se volvió más irónica que nunca, pero en las últimas dos semanas me pasaron tres situaciones en las que diversas personas -conocidas y no tanto- me hicieron reclamos por lo bajo.

La primera fue un palo de mi "suegra". Resulta que hace muy poco conocí a los padres del chico con el que estoy saliendo -ya sé que se hace laaaaargo, pero entiendan que no me gusta la frase "mi chico"-. Y dio la casualidad que al poco tiempo la madre cumplía 50 años. Era la primera vez que la veía, y ya me estaba invitando a una cena súper formal, a la que yo no estaba dispuesta a concurrir. Como soy muy firme en mis convicciones, no concurrí. Sólo pasé a saludar a medianoche, con un ramo de flores. Pobre de mí que pensé que me la iba a llevar de arriba. En la puerta, antes de despedirme se despachó con un: "Ay, no te hubieras molestado. Lástima que no viniste a la cena".

La segunda fue un encuentro con una total desconocida: la madre de una vecina mía. Resulta que la abuela estaba parada frente a mi edificio con su nieta. La nena me miraba y se reía -¿se reiría de mí o conmigo?, ah no, cierto no estoy tan paranoica- y la abuela preguntó: "¿La conocés?" (¿?) A lo que yo respondí: "Sí, soy la vecina del A". La señora, con una sonrisa a la que la faltaban un par de piezas, me dijo: "Ah, sí, la dueña del perro que ladra".

Por último, pero no por eso menos importante, las escenitas de mi amiga V. Juro que pensaba que salía con una persona, no dos. Desencuentros, lógicos de quienes por sobre todas las cosas tienen vidas, y bastante ocupadas, se convierten en grandes dramas de telenovela. Nuestros problemas, básicamente, giran en torno al medio de comunicación. Esta vez fue así: el viernes me mandó un mensaje para salir, a las 9 de la mañana, pero luego se olvidó el celular en la casa. Yo, como era el único día que podía salir, le mandé varios mensajes e incluso la llamé a la casa para que arregláramos, pero no la pude ubicar. En el último mensaje le aclaré que iba a organizar otros planes porque no había tenido noticias de ella... para qué... Me mandó un "que te diviertas" de lo más irónico.

Personalmente, creo los reclamos por lo bajo son más molestos que las confrontaciones directas. Si te jode algo, ¿tanto te cuesta decírmelo en la cara, a viva voz, así lo charlamos? Estoy que ardoooooooo...

viernes, 30 de noviembre de 2007

La forwardera

No la conozco personalmente, pero su nombre en el Outlook de mi trabajo es un gran mito. María Marta es una señora de su casa. Se levanta todos los días, prende la compu y le pide a la mucama que le prepare el desayuno. Cuando la muchacha se va a llevar a los niños al colegio, se dispone frente a su casilla de mails y comienza a realizar -quizá- su única labor diaria: mandar cadenas por doquier, a las mamás de los amiguitos de sus hijos, a sus amigas del secundario y a conocidas del gym, que en su mayoría comparten su condición de ama de casa. Aquí, una breve tipología de sus cadenas:

- Las místicas y metafísicas: Son las palabras de un alma visionaria y caritativa que tuvo la brillante idea de copiar las estrofas (y/o párrafos) de un poema, la Biblia o un libro de autoayuda para que los seres inferiores aprendan a ser menos egoístas, más felices y a encontrar el amor. Sus mensajes son siempre tranquilizadores y, sobre todo, cursis: Los OJOS...hermoso mensaje; SER FELIZ; Los principios de la vida; UN ACTO DE AMOR; Algo para compartir; Perro triste, abandona casa. Me irritan porque se transmiten como si fueran la verdad del más allá revelada.

-Las graciosas: No manejan recursos humorísticos como las metáforas, las ironías o las sutilezas del lenguaje. Suelen caer en los lugares más comunes: machismo/feminismo, racismo, sexo y estupidez humana: Mujeres inteligentes, ANTES Y DESPUÉS DEL MATRIMONIO, TEST CEREBRAL PARA DETECTAR LA DEMENDIA JAJAJJA, EL MEJOR COMERCIAL HECHO CON PERSONAS, Hombre perfecto (para todas las chicas jijiji), El Ojo Mágico (impresionante!), El día de nuestra boda, marido!!!, Preludio Du Fornication, Vasectomía Gallega, Perro Idiota, 25 años de casados!! por andar hablando pendejadas. Que alguien me quiera hacer reír me provoca náuseas ininterrumpidas. Me río si sos ingenioso, no si sos una máquina de decir boludeces.

-Las paranoicas: Son marca registrada norteamericana. Su objetivo es difundir el pánico entre la sociedad. Algunas, bajo la máscara de la "prevención", impulsan a la sociedad al consumismo extremo de productos de seguridad y a la reclusión: OJO en el gimnasio, Médico, Ojo cuando elongan, Háganse controles, Odontología de avanzada, EXAMEN DE PRÓSTATA, Prevenir violaciones (para las chicas!!!). Estas son las peores, porque rememoran tiempos pasados al mejor estilo del McCarthismo y la Amenaza Roja. No, no hay ninguna amenaza. No, el apocalipsis todavía no llegó.

Mi idea es ir a un acto del colegio para conocer a María Marta. ¿Alguien se suma?

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Tarea para el hogar

A raíz del pedido de Caro, acá van algunas vaguedades que en otro momento explicaré en detalle (o no):

1. De niña, al no tener hermanitos con quien "compartir", dividía la comida en 6 montoncitos y desdoblaba mi personalidad en 6.

2. Cuando me gusta una canción puedo escucharla hasta 50 veces seguidas sin agotarme. Mi tema de la semana es "Girl" de Beck.

3. En el subte me divierte preguntarle la hora a los que escuchan música, sólo para molestarlos.

4. Odio los Leídos, porque son una clara intrusión en la intimidad. ¿Qué carajo te importa si leí tu mensaje o lo borré sin leer?

5. En el último colegio donde trabajé renuncié porque una madre me quiso trompear. Tuve que huir por la puerta de atrás.

6. Una vez, un pelo casi me estrangula un dedo del pie.

7. Si alguna vez me encontrara la Lámpara de Aladino, mi primer deseo sería aprender a bailar bien el tango. El segundo, trabajar en una reserva de elefantes africanos. Y el tercero, viajar a China.

8. Y como soy muy hembra y no me gustan ni un poquito las cadenas, esta cadena muere acá conmigo. No se gasten en hacerme trabajitos, que para eso estoy yo.

domingo, 11 de noviembre de 2007

El probador compulsivo

A raíz de la fotografía de Carolina, compañera blogger y comentarista, tuve una visión del probador compulsivo. Es el típico mal parido: su madre lo parió con dificultad, ya que nació con el brazo izquierdo extendido e inarticulado. De niño, en los cumpleaños, hacía alarde de su discapacidad agarrándose todos los caramelos de la piñata. Siempre se iba temprano para no perderse la bolsita con souvenirs. Así fue como, poco a poco, fue entrando en el mundo de las muestras gratis, para nunca retornar.

De adolescente, probó desodorantes poco conocidos y particularmente repulsivos que buscaban, en vano, destruir el monopolio AXÉ. Supo visitar todos los gimnasios del barrio para acceder al "día de prueba gratis" y tuvo su mayor momento de éxtasis cuando la cadena de gimnasios Megatorp le ofreció una semana gratis en sus instalaciones. Cuando invitaba a su noviecita al cine o a comer, pagaba con descuentos de todo tipo, recortados de los lugares más insólitos, o los Lunchot tickets que le daba su mamá. Para los aniversarios no se le ocurría mejor cosa que regalarle un pack de 10 minifrasquitos de perfume.

Hoy, ya adulto, se volvió un experto probador de supermercados. Su metodología es más o menos la siguiente: con la excusa de que la va a ayudar a cargar bolsas, acompaña a su mujer al supermercado. Una vez que ella encuentra algo para ocupar sus manos -el carrito-, él se pierde entre las góndolas. Encara a la primera promotora, con su brazo extendido extendido -valga la redundancia- y ataca a su primera víctima: un salamín italiano que le da muchísima sed. Con la garganta seca, camina hacia la góndola de las bebidas, donde encuentra una muestra de gaseosa diet pensada para amas de casa. Pero esto no termina ahí: su espíritu probador desafía las reglas orgánicas cuando, en la góndola de lácteos, decide probar el último yoghurt de arándanos con dulce de leche. Se regocija con todo lo que probó gratis, sin sospechar que su esposa, con el carro rebalsando, le está engomando la tarjeta en la caja 26.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Anfitriones hay dos

Uno se da cuenta de sus propias limitaciones en los momentos de mayor debilidad. En mi caso, uno de esos momentos son los cumpleaños. Desde que tengo autonomía para organizar mis propios cumpleaños, me las arreglo para boicotearme la diversión, ya sea, organizando el cumpleaños más aburrido de la historia (el de quince), cambiando la fecha, olvidándome de invitar a alguien o comprando comida intoxicada.

Pero mi mayor carencia es la imposibilidad de desempeñarme como anfitriona. Si bien el anfitrión es, por definición, el que "recibe" y yo no tengo ningún problema en "recibir", mi dificultad consiste en el manejo de culpas. Mi educación católica, bajo el ala materna, me enseñó que no hay mejor sensación que sentirse terriblemente culpable por no poder estar en todos lados al mismo tiempo. En promedio, esta sensación comienza a desatarse proporcionalmente al nivel de ingestión alcohólica: tras tres copas de vino, el "cómo la están pasando" se reemplaza automáticamente por un "¿se están aburriendo mucho?". ¿¡Cómo si la presencia de uno en el grupo garantizara la diversión infinita!?

A grandes rasgos, hay anfitriones UP y anfitriones DOWN. Los UP son los típicos acelerados que corren de grupo en grupo para verificar que todos tengan una sonrisa en su rostro. No se sientan en toda la noche y no paran de decir y/o hacer cosas incoherentes (como preguntar por novios inexistentes, prender el fuego con un fósforo apagado, etcétera). Son incomprendidos de la vida, ya que viajan a una velocidad mucho mayor que el resto de los humanos.

Los DOWN delegan sus tareas. No delegan porque tengan control y manejo de grupos, sino porque prefieren mirar la escena desde un segundo plano. Le piden a un amigo que se encargue de la música porque se olvidaron de bajarse las canciones del momento. Le piden a otro que saque las fotos porque se olvidaron de cargar las pilas. Se relajan tanto, que a veces se pegan una siestita de veinte minutos. Piensan que quizá la fiesta podría haber levantado un poquito, pero eso... eso lo atribuyen a que faltó el bufón que hace chistes o imitaciones tristísimas.

domingo, 28 de octubre de 2007

Abejas

-Yo: ¿Che, qué pasó con la chica que estabas saliendo?
-J: No sé, me parece que pensó que soy un zoofílico.
-Yo: ¿?
-J: El otro día, post sexum, le dije que parecíamos abejas.
-Yo: ¿Por lo dulce de la miel que producen?
-J: Porque para extraer el polen de las flores las abejas mueven el aguijón frenéticamente y nosotros cuando tenemos sexo también.
-Yo: Qué poético.

lunes, 22 de octubre de 2007

Who you are is what you do?

Trabajamos 40 horas semanales, 50 semanas al año, durante 50 años, lo que equivale a un total de 100.000 horas laborales. Son horas que pueden resultarnos gratificantes, si disfrutamos lo que hacemos, o totalmente rutinarias e insoportables. Son horas que le quitamos a nuestro reloj para acceder a otras cosas: bienes y servicios básicos y de confort. Son horas que dedicamos a un fin superior con el que buscamos trascender. Muchas veces esas horas calan tan profundo en nuestro ser que terminan moldeando algunos aspectos de nuestra personalidad.

Verónica es contrabajista en una orquesta. Sus últimas relaciones importantes fueron con músicos: guitarristas o violinistas. Dice que pasa mucho tiempo en el lugar de trabajo, incluido los fines de semana, y no puede evitar sentirse atraída por el virtuosismo de éste o la pasión por el instrumento de aquél. Reconoce que para construir una relación no alcanza con la admiración por lo que hace el otro; sin embargo, a veces le cuesta separar el ser del hacer.

A Juan lo conoció en el conservatorio. Se hicieron amigos cuando cursaban Teoría y Solfeo y comenzaron a invitarse a sus sendos conciertos. Cuando Verónica lo vio tocar la guitarra en un bar de tangos, lo deseó con todas sus fuerzas. Cada nota que emanaba de ese instrumento aumentaba su excitación. Sentía una mezcla de admiración y devoción; ese chico encarnaba su ideal de hombre. Por esas cosas de la vida, Juan no la supo entender.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Y un día, fui Bucay

Hoy les leí a mis alumnitos esta historia y juro que me sentí Jorge. Se las resumo: Había una vez un rey que era el tipo más rico del mundo, pero siempre encontraba una razón para estar triste y enojado. Le molestaba profundamente que su sirviente, con lo poco que tenía, fuera más feliz que él. El rey le preguntó cómo explicaba su dicha, a lo que el sirviente le contesto: "No tengo nada de qué quejarme, tengo un trabajo digno y una familia unida". El rey no podía comprender esas palabras. Y pensó y pensó, hasta que se le ocurrió una idea: dejar en el camino del sirviente una bolsa llena de monedas de oro. Esa tarde, cuando el sirviente retornó a su hogar, se topó con la bolsa. La levantó y se fue caminando con alegría a su hogar. Cuando la abrió y empezó a contar las monedas, descubrió que sólo había noventa y nueve. Enfurecido, volvió a contarlas y constató que había contado bien. -No puede ser- pensó. Conseguir la moneda de oro faltante le llevaría muchos años. A partir de ese momento, el sirviente no fue nunca más feliz.

Las historias de niños suelen tener moralejas, igual que los libros "de" Jorgito. A veces me encuentro en la disyuntiva de contarles estas historias o reproducir fragmentos de High School Musical. Claro está que ninguna de las dos cosas fomentan el pensamiento crítico de estos pequeños niños, pero...

jueves, 11 de octubre de 2007

Lluvia ácida...

...de chocolate sobre mis calzas blancas. Detrás del cartón hay una nena que no tiene más de 13 años. Se ríe. Un pibito que está con ella le dice: "Zarpada". Me hundo en una mezcla de bronca, incertidumbre y pena. Me pregunto si esa es su forma de comunicarse con los demás, de quejarse contra un sistema que la empuja a la calle, de llamar la atención del mundo. Entro en un bar y voy directo al baño. Me empiezo a mojar la calza con agua para sacar las manchitas (Parezco un dálmata) y una chica me pregunta:

- ¿Te volcaste vino tinto?
- Sí, qué tonta.

El olor a lácteo todavía voltea.

sábado, 6 de octubre de 2007

¿Casualidad o causalidad?

En Sevilla, Lucía decidió hospedarse en una hostería para jóvenes. Estaba recorriendo el sur de España sola desde hacía varios días y extrañaba la voz humana. El único tipo que le hablaba era el recepcionista del lugar. Esa tarde, cuando estaba pagando la tercer y última noche de alojamiento, conoció a Cecilia, una joven uruguaya que tenía un aspecto guarro y aventurero. Se juraron amistad eterna y salieron a recorrer.

Después de mucho patear, llegaron a una plaza muy antigua, donde había una gitana. Cecilia siguió caminando para ver unas artesanías, pero la gitana se prendió de la mano de Lucía. Le dijo que tenía unas manos muy bonitas, que merecían ser leídas. Visionó un futuro feliz, con dos niños y un marido excepcional (¿Será la frase de cabecera que le dirá a todas las mujeres?). Lucía le agradeció ingenuamente, pero la gitana le dijo: "Niña, no pagarle a los gitanos trae cincuenta años de mala suerte". Lucía tomó unas monedas y se las dio. La gitana le dio un romero a cambio.

Las dos niñas siguieron su rumbo y se encontraron frente a La Giralda, una alta torre desde donde se podía divisar toda la ciudad. Subieron, con la excitación de los jóvenes años que cargaban. En la cima de la torre, Lucía vio un romero igual al suyo, en el bolsillo del saco de un joven. Parece francés -pensó-. Suerte, azar, destino, fortuna, casualidad, lo inevitable. Intersección en tiempo y espacio. Entre cientos de personas, flechazo entre dos. Se atraen. ¿Cuántas chances tienen de volverse a encontrar? Casi ninguna. Se hablan. Él toma la iniciativa y larga la primera frase: No quiero irme de aquí sin escuchar tu voz. Se desean. ¿Tienes planes para esta noche? Se encuentran. Las coordenadas los unen y los vuelven a separar.

martes, 2 de octubre de 2007

Huellas

Busco alguna imagen definida entre tanto negro y lo único que veo son semicírculos, uno encima de otro. Comienzan a tomar forma de huellas, más precisamente huellas dactilares de dedos gordos y mochos. Giran y marean. Cierro los ojos y siguen allí. Trato de moverme, pero mis miembros no responden órdenes. Busco algún detalle que delate si son mías (no voy a permitir me toquen la huellas de otro... porque me van a tocar, claro). La falla de fábrica en mi dedo gordo derecho no está. Y si está, se esconde, porque no la veo. Se abalanzan sobre mí. De repente, me despierto sobresaltada y con sensación de asfixia. Como lo vengo haciendo desde hace veinte años.

Hoy le conté a mi terapeuta un sueño recurrente hace mucho tiempo.

Piropos escatopsicológicos

Estoy con L tomando un café. L ve pasar a un muchacho apuesto y (me) dice: Ay, me hago encima de lo lindo que es

sábado, 29 de septiembre de 2007

Sí, seeee, sipi, siiiiiiiiiiii


En un estudio de campo sobre la conjunción afirmativa "sí", en el marco de una tesis de maestría en Análisis del Discurso, se obtuvieron resultados similares a estos:

El "sí" de la experiencia: principales dicotomías

-Variables temporales: Mientras que de padres a hijos, el "sí" de la experiencia significa inmediato relevamiento en tareas arduas (, mamá te ata los cordones), de hijos a padres funciona como sinónimo de "no me rompas" (, es la enésima vez que me recordás que cierre la puerta del baño).

-Variables genéricas: El "sí" de la experiencia machista, ante un simple problema hogareño como ser cambiar un cuerito, refleja sentimientos de dominación técnica de hombre sobre mujer (, vos controlá que no se quemen las hamburguesas, que yo me encargo). El "sí" de la experiencia feminista es una muestra constante de auto-poder (, no necesito de nadie para armar una mesa de Easy)

-Variables socioeconómicas: El "sí" de la experiencia burgués reduce sus afirmaciones a recursos materiales (, con mi Lamborghini soy prácticamente el dueño del universo). El "sí" de la experiencia lumpen resalta valores intrínsecos a la persona, como la solidaridad por el prójimo (, te ayudo porque básicamente vos estás peor que yo).

Conclusiones preliminares

-Los viejos y los jóvenes se asemejan en que ambos afirman en pos de la rápida solución

-Mientras el conflicto de roles esté claro en la cama, mujeres y hombres se entienden

-Burgués y lumpen también definen sus conflictos en la cama. Mientras lumpen asuma posición pasiva y subyugada, no habrá importantes desacuerdos

viernes, 21 de septiembre de 2007

El hombre OB

Mi teoría del hombre OB tuvo origen hace unos meses, cuando conocí a JB. En ese momento, yo estaba vulnerable tras la ruptura con mi único e inigualable y mis defensas estaban en menos diez. JB tenía encanto: una sonrisa perfecta, bíceps marcados y un chiste bajo cada manga. Era un chico del interior, tranquilo y seguro. Maduro para sus 20 años. La conjunción de amor pasajero estaba casi cerrada, cuando en mi mente vino la imagen de un hombre tapón y, tras 2 copas de vino más, la de hombre OB.

Para los que no lo saben o quizá no lo "recuerdan", los tampones femeninos ocupan un lugar que, por defecto, viene vacío. Desempeñan la función higiénica de absorber flujos indeseados. Vienen en todos los tamaños: small, medium y large. Por su parte, los hombres OB también ocupan un hueco: el que dejó un padre, pareja, hijo o amigo. Cubren momentáneamente necesidades permanentes y absorben cataratas de lágrimas. Vienen en adolescente, joven profesional y adulto.

Sin embargo, creo que es importante resaltar que los hombres OB ocupan espacios que deberían continuar estando vacíos. Algunas de nosotras (me incluyo) tenemos la tendencia de salir de una relación y entrar en otra sin darnos la oportunidad de reflexionar en soledad, ya sea por temor a quedarnos solas o a lo que podemos llegar a des-cubrir. Por eso mismo, podríamos concluir que "a menor hombre OB, mayor paz interior".

jueves, 13 de septiembre de 2007

Técnicas de Marketing I

Hoy bajé al súper a comprar unas galletitas y una vieja, que ya venía hablando sola, me para:

-¿Necesita servicio de limpieza?
-No, gracias
-Salí, sucia de mierda...

martes, 11 de septiembre de 2007

Carmela

Desde que la conocí, supe que me iba a ganar el corazón. Un día, estaba en su casa dictándole oraciones, y tuvimos la siguiente conversación:

Ella: -Tengo un juego de magia buenísimo
Yo: -Ajá. Si nos apuramos con las oraciones, me lo mostrás al final de la clase.
Ella: -Bueno (con gesto de resignación)
Yo: -My mother is eating...
Ella: -¿Puedo usar la lapicera en vez del lápiz? Ya soy grande y pasé a tinta.
Yo: -¡Vas a hacer un enchastre!
Ella: -Soy más rápida en tinta... me vas a poder dictar más oraciones (escribe... borra... borra tres renglones de más, cubriendo toda la hoja de borratinta)
Yo: -Carme, mejor volvamos al lápiz.
Ella: -No, dale... ¿no ves que voy más rápido y hago la letra más chiquita?
Yo: -Carme, me parece que hoy no me vas a poder hacer el truco de magia, porque no estamos practicando nada...
Ella: -Pero, ¿tenés algo que hacer después de mi clase? ¿Tenés más alumnos? (erm... tengo que decirle que sí porque si no quedo como "la maestra que no tiene alumnos, ni vida personal")
Yo: Sí, ¿por qué me lo preguntás?
Ella: No, porque te podés quedar a cenar con nosotros y jugamos a que soy maga (me la como)

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Me embarazó un policía

Hoy en el laburo surgió el tema de las situaciones embarazosas. Una de las chicas contó que una vez estaba en una librería hojeando un libro y, de repente, se quedó con la tapa en la mano. Disimuladamente, improvisó una especie de compostura con los hilos de la encuadernación, devolvió el libro al estante y salió del negocio "como si nada hubiera pasado". A raíz de ello y del post de Lucy, me he sentado escribir.

Debo confesar que me he encontrado -y colocado- en situaciones incómodas varias veces en mi vida, pero la peor fue un año nuevo en París. Eran pasadas las diez de la noche y en la ciudad reinaba el espíritu de jolgorio típico de la Noche Vieja. Todos estaban en las calles tomando y yo, no podía ser menos. En ningún momento reparé en que eventualmente, me iban a venir ganas. Y menos aún, en que sería prácticamente una odisea encontrar un baño público.

Después de un intrincado diálogo con un servidor público, hice valer mis derechos y logré ingresar a un baño de la policía que estaba ubicado en una plaza, bajando unas escaleras. Entré en la primera puerta que vi. Una mugrienta letrina me esperaba con ansias devoradoras. Campechana y de buen tomar, inicié sin mayor cuidado mi descarga fluvial hasta que un garrote -la sensación fue esa- golpeome y derribome contra la pared. Un pudor me invadió cuando escuché disculpas en todos los idiomas -nunca había visto a un francés decir con tantas ganas "Sorry"-. No tuve el reflejo de levantarme los pantalones a tiempo. Lo único que quería era no caer despatarrada en ese agujero negro. Aunque, a costas de ello, quedara en paños menores ante un guardián de la ley.

sábado, 1 de septiembre de 2007

De intereses personales

Una conocida no tan conocida, después de comentar socarronamente mi facilidad de conseguir y perder citas, me preguntó qué tenía que tener un hombre para resultarme interesante. A pesar de que la interlocutora, el tono y la temática me resultaron sumamente irritantes, en calidad de soltera y desafortunada en las relaciones de pareja (palabras textuales de ella), debo admitir que me hicieron reflexionar y sacar algunas conclusiones, que paso a enumerar:

1) Debo aplacar mi necesidad de expresión con cada buena mujer que circula por mi vida. Cada entrega nos condena a escuchar el debido consejo de nuestro confesor y termina coartando nuestra libertad de acción.

2) ¿Acaso a nadie se le ocurrió que mi facilidad de conseguir y perder hombres es puramente voluntaria? Ni soy histérica, ni me faltan caramelos... soy proclive a desinteresarme. Y cuando encuentro a ese hombre que me interesa, para ese hombre soy un garche maníaco y sentimental.

3) Por último, voy a optar por no interesarme por completo, es decir, no pasar por la etapa de interés porque resulta que creo expectativas no sólo en los hombres... sino también las mujeres que no tienen vida propia y se regocijan de la ajena.

domingo, 26 de agosto de 2007

Daydreaming

Desde niña, viví la ausencia como un terreno ocupado por la imaginación. Hija única de madre sola y trabajadora, tuve que aprender a convivir con la falta de compañía. Los únicos que estaban a mi lado eran mis muñecos y los fieles personajes imaginarios que suplantaban la falta de hermanos o de amigos, dada mi inestabilidad escolar, y me hacían creer que en el mundo paralelo no había nada a qué temer.

Luego, llegó el secundario y la posibilidad de conocer a las personas que me acompañarían en las buenas y en las malas durante gran parte de mi adolescencia. Descubrí que, a diferencia de muñecos a merced de mi voluntad, las personas reales no ceden sus intereses y no dejan manipularse. Fue así como comencé a convivir con la ausencia de amigos y novios, cansados de mis intentos vanos de dominio y posesión encubiertos.

Como mis primeras relaciones sociales en el mundo real no estaban funcionando como yo quería, nunca me alejé del mundo imaginario. Para conciliar el sueño pensaba que conocía personas que me asignaban un valor inmenso, casi sobrehumano. Nunca perseguí la gloria -como dice Machado- pero en mis delirios el vacío se llenaba con un deseo desesperado de agradar. Los personajes eran olfas y arrastrados, bastante repugnantes.

La años de terapia, me empujaron -escribí empijaron- a buscar un poco de tranquilidad mental. Empecé a reemplazar ilusiones por reflexiones sobre la vida diaria. Dejé de llenar vacíos con personas y comencé a escribir más, aunque mis palabras no fueran dirigidas a nadie en particular. Y un día fui sola: dejé el hogar paterno para autoconvivir.