martes, 11 de septiembre de 2007

Carmela

Desde que la conocí, supe que me iba a ganar el corazón. Un día, estaba en su casa dictándole oraciones, y tuvimos la siguiente conversación:

Ella: -Tengo un juego de magia buenísimo
Yo: -Ajá. Si nos apuramos con las oraciones, me lo mostrás al final de la clase.
Ella: -Bueno (con gesto de resignación)
Yo: -My mother is eating...
Ella: -¿Puedo usar la lapicera en vez del lápiz? Ya soy grande y pasé a tinta.
Yo: -¡Vas a hacer un enchastre!
Ella: -Soy más rápida en tinta... me vas a poder dictar más oraciones (escribe... borra... borra tres renglones de más, cubriendo toda la hoja de borratinta)
Yo: -Carme, mejor volvamos al lápiz.
Ella: -No, dale... ¿no ves que voy más rápido y hago la letra más chiquita?
Yo: -Carme, me parece que hoy no me vas a poder hacer el truco de magia, porque no estamos practicando nada...
Ella: -Pero, ¿tenés algo que hacer después de mi clase? ¿Tenés más alumnos? (erm... tengo que decirle que sí porque si no quedo como "la maestra que no tiene alumnos, ni vida personal")
Yo: Sí, ¿por qué me lo preguntás?
Ella: No, porque te podés quedar a cenar con nosotros y jugamos a que soy maga (me la como)

4 comentarios:

Sebastian Strauchler dijo...

La belleza de ser maestro, es un lujo hoy en dia.

El Vasco dijo...

No te la comas!!!!!
Nooooooooooooooooooooooooooooo

Ana dijo...

Sebas: Es el arte del encanto y el desencanto. A veces, cuando los nenes me preguntan si pueden dejar un renglón o cuántos años les faltan para tener mi edad, me muero de amor. Pero otras experiencias menos felices han generado odio inusitado jaja.. Ya les contaré. Hay de todos colores y para todos los gustos :P

Vasco: Tiene la piel chuavechita y los organos no del todo desarrollados.

Anónimo dijo...

Bueno, no hcía falt contar esa anécdota para reconocer que te la comés... juas!